Se equivocaba la leyenda. Todo este tiempo me he negado a creer que me aguardaba un lamento tan cruel. Separados Sol y Luna, girando al contrario, condenados a la más absoluta soledad. Se equivocaba. No era el Sol mi amor. Que este Rey vigile ahora las Mareas, yo he caído en el abismo de mi inevitable destino. Todo mi mundo cobra sentido, me abro paso entre tu oscuridad, único escenario de mi existencia. Me envuelves suave como notas de piano en una cama de estrellas. Retengo cada aliento de tu boca, cada hueco en tu sombra. Me susurras con tu voz melodiosa. Me abandono al delirio. Memorizo tus formas. La mitad del tiempo te tengo, la otra mitad te sueño. Desde el Crepúsculo hasta el Alba soñemos juntos. Inseparables. Amándonos con locura. Destinados a encontrarnos.

Tú la Noche, yo la Luna.

21 de abril de 2014

El monje que vendió su ferrari. Robin Sharma

"Yo también he recorrido ese camino, amigo mío. Yo también he sentido ese mismo dolor. Pero he aprendido que todo sucede por alguna razón. Todo suceso tiene un porqué y toda adversidad nos enseña una lección. He comprendido que el fracaso, sea personal, profesional o incluso espiritual, es necesario para la expansión de la persona. Aporta un crecimiento interior y un sinfín de recompensas psíquicas. Nunca lamentes tu pasado. Acéptalo como el maestro que es."

26 de enero de 2014

"Salí con una chica que no lee" (acento argentino)

“Salí con una chica que no lee. Encontrala en medio de la mugre de un bar del bajo. Encontrala en medio del humo, de la transpiración de los borrachos y de las luces psicodélicas de un boliche de lujo. Donde sea que la encontrés, descubrila sonriendo y asegurate de que la sonrisa permanezca incluso cuando su interlocutor le haya quitado la mirada. Encandilala hablándole de trivialidades; usá las típicas frases de conquista y reíte por dentro. Sacala a la calle cuando los bares y los boliches ya hayan cerrado; ignorá la fatiga que sentís. Besala bajo la lluvia y dejá que la luz tenue de un farol de la calle los ilumine, así como viste que pasa en las películas. Hacele un comentario sobre el poco significado que tiene todo eso. Llevátela a tu departamento y despachala luego de hacerle el amor. Curtítela."

“Dejá que la especie de contrato que sin darte cuenta creaste con ella se convierta poco a poco, incómodamente, en una relación. Descubrí intereses y gustos comunes como las pastas o la música pop, y construí un muro impenetrable alrededor de todo eso. Hacé del espacio común un bastión sagrado y regresá a él cada vez que el aire se vuelva pesado o las veladas se estiren demasiado. Hablale de cosas sin importancia y pensá poco. Dejá que pasen los meses sin que te des cuenta. Proponele que se mude a vivir con vos y dejala que decore la casa. Peleate con ella por cosas insignificantes como que la cortina de la ducha tiene que estar siempre cerrada para que no se llene de moho. Dejá que pase un año sin que te des cuenta. Empezá a darte cuenta."

“Llegá a la conclusión de que probablemente tendrían que casarse porque de lo contrario habrías perdido mucho tiempo de tu vida. Invitala a cenar a un restaurante fashion en Puerto Madero y asegurate de que tenga una linda vista. Pedile al mozo que le traiga la copa de champán con el anillo adentro. Apenas se dé cuenta, proponele matrimonio con todo el entusiasmo y la sinceridad que puedas juntar. No te preocupes si sentís que tu corazón está a punto de atravesarte el pecho; y si no sentís nada, tampoco te preocupes. Si hay aplausos, dejá que terminen. Si llora, sonreí como si nunca hubieras estado tan feliz; y si no lo hace, igual sonreí."

“Dejá que sigan pasando los años sin que te des cuenta. Armate una carrera en vez de conseguir un trabajo. Comprate una casa y tené dos lindos hijos. Tratá de criarlos bien. Equivocate a menudo. Caé en una aburrida indiferencia y luego en una tristeza de la misma naturaleza. Sufrí la típica crisis de los cincuenta. Envejecé. Sorprendete por tu falta de logros. En ocasiones sentite satisfecho, pero vacío y etéreo la mayor parte del tiempo. Durante las caminatas que hagas, tené la sensación de que nunca vas volver, o de que el viento puede llevarte. Contraé una enfermedad terminal. Morite, pero solamente después de haberte dado cuenta de que la chica que no lee jamás hizo vibrar tu corazón con una pasión que tuviera sentido; que nadie va a contar la historia de sus vidas, y que ella también va a morir arrepentida porque su capacidad de amar nunca generó nada."

“Hacé todas estas cosas, mierda, porque no hay nada peor que una chica que lee. Hacelo, te digo, porque una vida en el purgatorio es mejor que una en el infierno. Hacelo porque una chica que lee posee un vocabulario capaz de describir el descontento de una vida insatisfecha. Un vocabulario que analiza la belleza innata del mundo y la convierte en una necesidad alcanzable, en vez de algo maravilloso pero ajeno a vos. Una chica que lee hace alarde de un vocabulario que puede identificar lo espeso e inerte de la retórica de quien no puede amarla, y la inarticulación causada por el desespero del que la ama demasiado. Un vocabulario, carajo, que hace de mi sofística vacía un truco berreta."

“Hacelo porque la chica que lee entiende de sintaxis. La literatura le enseñó que los momentos de ternura llegan en intervalos esporádicos pero predecibles y que la vida no es plana. Sabe y exige, como corresponde, que el flujo de la vida venga con una corriente de decepción. Una chica que ha leído sobre las reglas de la sintaxis conoce las pausas irregulares –la vacilación en la respiración– que acompañan a la mentira. Sabe cuál es la diferencia entre un episodio de rabia aislado y los hábitos a los que se aferra alguien cuyo amargo cinismo continuará, sin razón y sin propósito, después de que ella haya hecho sus valijas y pronunciado un adiós inseguro. Tiene claro que en su vida no voy a ser más que unos puntos suspensivos y no una etapa; y por eso sigue su camino, porque la sintaxis le permite reconocer el ritmo y la cadencia de una vida bien vivida."

“Salí con una chica que no lee porque la que sí lo hace sabe de la importancia de la trama y puede rastrear los límites del prólogo y los agudos picos del clímax; los siente en la piel. Tendrá paciencia en caso de que haya pausas o intermedios, e intentará acelerar el desenlace. Pero sobre todo, la chica que lee conoce el inevitable significado de un final y se siente cómoda en ellos, pues ya se ha despedido de miles de héroes con apenas una pizca de tristeza."

“No salgas con una chica que lee porque ella ha aprendido a contar historias. Vos, con tu Joyce, con tu Nabokov, con tu Woolf; vos en una biblioteca, o parada en la estación del subte, tal vez sentada en la mesa de un café, o mirando por la ventana de tu cuarto. Vos, la que me hizo la vida tan difícil. La lectora ha desenredado la madeja de su vida y la ha llenado de sentido. Insiste en que la narrativa de su historia es magnífica, variada, completa; en que los personajes secundarios son coloridos y el estilo atrevido. Vos, la chica que lee, me hace querer ser todo lo que no soy. Pero yo soy débil y te voy a fallar porque vos soñaste, como corresponde, con alguien mejor que yo y no vas a aceptar la vida que te describí al inicio de este texto. No te vas a resignar a vivir sin pasión, sin perfección, a llevar una vida que no sea digna de ser contada. Por eso, andate de acá, chica que lee; tomate el siguiente tren que te lleve al sur y llevate a tu Cortázar con vos. Te odio, de verdad te odio.”

 Charles Warnke



12 de enero de 2014

Bastó una mirada.

Unos minutos para olvidar lo que tardé tres años en aprender...
Y  vuelvo al lugar de dónde nunca debí salir. Un lugar tan profundo que cuesta creer que algún día volverás a subir. Tan oscuro que sólo puedes ver aquello que atormenta  tu mente. Tan silencioso que convierte los pensamientos en chillidos insoportables. Pero tan familiar ya.. que resulta hasta cómodo. 
Otra vez aquí. Sin poder respirar, dormir ni dejar de pensar. 
Cómo es posible que duela tanto sin una herida física. 
Bastó una mirada. 
Cuán débil es la mente para proyectar semejante dolor en el cuerpo. 

2 de enero de 2014

Libro en blanco

NUEVO libro en blanco… Yo decido qué escribir, con qué colores dibujar, quiénes son los personajes. 

Habiendo dejado atrás los lastres que me impedían AVANZAR, orgullosa de quién camina AHORA conmigo.

Sin saber qué me espera, a dónde iré ni a quién conoceré, despertando cada día con la sensación de que puede ocurrir cualquier cosa, sin anclajes físicos ni emocionales. 

FELIZ. 

Vestida sólo y siempre con MI SONRISA... 

Hay quien lo llamaría incertidumbre, yo lo llamo LIBERTAD.


No me preocupa si el año es bueno o malo, ya sé que será mejor. 



2 de agosto de 2013

FESTÍN DE CUERVOS

Temo que llegue la noche desde que abro los ojos con la primera luz. La pasada no ha sido del todo mala, conseguí mantenerme despierta hasta bien entrada la madrugada. A ver qué me aguarda ésta vez. Me meto en la cama y abro el libro por donde lo dejé. Tengo que ir a la página anterior porque lo último que leí lo hice dormida. Maravilla de libros, en un instante cruzo a otra dimensión. Esta vez a un mundo de espadas, reinos y dragones. Al fin respiro, aliviada. Al cabo de unas horas evitar el sueño se hace imposible, el libro cae sobre mi pecho y quedo de nuevo, vulnerable e indefensa, a tu merced...
       
***
Estoy tumbada bocabajo, con la cara encajada en el agujero de la camilla de masaje. Las mandíbulas apretadas. Las melodías de piano envuelven la habitación oscura, danzando con las esencias de rosa y jazmín del aceite que  recorre mi espalda. Pero este ritual es ya cualquier cosa menos relajante. Intento  escuchar cada nota, concentrarme en mi respiración. “Inhalar. Aguantar tres segundos visualizando la lesión y exhalar lentamente llevando el aire hacia la misma. Repetir hasta que disminuya el dolor”. El punto más doloroso no tarda más de tres repeticiones en desaparecer. Nueve segundos. Me ilusiono imaginando cómo sería aplicar esta técnica a otro tipo de dolor, (inhalar) concentrarse en un recuerdo, (aguantar) ahogarlo con respiraciones hasta que deje de doler (exhalar).
Sin darme cuenta pierdo el hilo de la respiración,  me abandonan las fuerzas y te apoderas de mí, proyectando las mismas visiones una y otra vez en las paredes de mi mente. 

Y  es entonces cuando aparecen, irrumpen revoloteando como cientos de cuervos chocando entre sí, espantados por mis quejidos. No puedo coger aire, mucho menos aguantarlo ni un segundo. No puedo abrir los ojos,  derraman  lágrimas que no producen desahogo y  me condenas a mirar esas escenas, nuevas imágenes, aunque de una historia más que repetida. No puedo sentir las manos cálidas sobre mi piel, sólo el roce de sus alas negras. No puedo oír la música, sólo su aleteo y sus graznidos ensordecedores. 
Parece que se alegran de verme por fin y me saludan a picotazos.

***

Despierto en medio del silencio y la oscuridad, helada y dolorida. Intento moverme pero el cuerpo entumecido no responde. Parpadeo, tengo las pestañas húmedas y  un profundo dolor de ojos.  Otra vez, otra noche más, te vuelves en mi contra. Tú, mi mente, mi conciencia, mi memoria, quien seas, eres la responsable de este tormento  y a la vez la única que puede salvarme de él, ¿por qué me sometes a esto cada noche?  Alargando el dolor… impidiendo el olvido. Aprovechando mis sueños, su sonrisa, mis puntos débiles, sus manías…


El tiempo está de mi parte en este mundo, esperaré tranquila tu bandada de recuerdos y les haré exhalar el último graznido hacia la muerte en menos de nueve segundos.

13 de enero de 2013

Pecado Capital


“Un campo oscuro te ha venido acompañando a lo largo de tu existencia”, me dijo un brujo hace un tiempo. No tenía ni idea de a qué se refería por supuesto. Aseguraba que a menudo me lanzaban males de ojo, pero que pocos de ellos habían logrado penetrar en lo que vino a llamar mi luz positiva. Es decir, a mayor indiferencia y optimismo ante dichos males por mi parte, menor éxito el de mis lanzadoras enemigas (así es, descarto por completo el género masculino). Me dijo que serían necesarias al menos tres limpiezas para eliminar tanta maldición. No asistí a ninguna. Pero me hizo pensar. 

Todos los episodios aislados a lo largo de mi vida, con frecuencia inexplicables,  que me habían producido  desengaño con una amiga tenían ahora la misma raíz. Y entonces lo entendí.  Desde la tontería más ínfima, hasta la traición más grande. Lo supe. Supe por qué lo hiciste, supe que debía perdonarte y supe por qué me costó tan poco tiempo olvidarte.

Dicen que las cicatrices son buenas, nos recuerdan la herida y nos previenen de un peligro similar. Ahora detecto los síntomas de la traición con cierto adelanto. Sobre todo después de relacionarme con un grupo de viborillas, todo un máster en “La calumnia, la maldad y otras formas de envenenar.” Si fuerais bellas seríais súcubos.

En la Edad Media se os demonizó acuñándoos el apodo de Leviatán. Los griegos temían vuestra maldición y para librar a sus hijos del mal de ojo tomaban con el dedo el cieno que había en el fondo de los baños y señalaban sus tiernas frentes. Los  romanos os igualaban a las anguilas. La psicología actual os define como psiquiátricamente enfermas y, por encima de todo, sois absolutamente infelices.  

Padecéis el mal de la Envidia. Significa “el que no ve con buen ojo”. Los griegos la divinizaron porque en su lengua phlohnos es masculino. Se representa esta deidad bajo la forma de un viejo espectro femenino con la cabeza ceñida de culebras, los ojos fieros y hundidos, el color lívido, una flaqueza horrible, con serpientes en las manos y otra que le roe el seno.

La Envidia es considerada un pecado capital porque genera otros vicios. El término "capital" no se refiere a la magnitud del pecado sino a que da origen a muchos otros. Engendra y alimenta, entre otros, la calumnia.

Según el Médico Psiquiatra Saúl F. Salischiker “la persona envidiosa se obsesiona, deja de vivir por estar pendiente de la vida de otra, de su entorno, y siente agobio por cada uno de sus triunfos, demostrando signos graves de inferioridad”.

Lo más triste de todo es que no entendéis que los logros de otros no impiden los vuestros y que, si conseguís algo, vuestra satisfacción depende de que todo el mundo, en especial aquellas a quiénes odiáis/envidiáis, lo sepan, porque os creéis que nos importa. De no ser así, carecen de valor.

En palabras del psicoterapeuta y escritor José Luis Cano Gil  “La envidia es un sentimiento de frustración insoportable. El envidioso es un insatisfecho que, a menudo, no sabe que lo es. Así, en vez de aceptar sus carencias o percatarse de sus deseos y facultades y darles curso, el envidioso odia y desearía destruir a toda persona que, como un espejo, le recuerda su privación. Por eso la envidia es una defensa típica de las personas más débiles, acomplejadas o fracasadas.”

A las que cayeron, siento que vuestra felicidad dependiera de arrebatarme la mía. A las que siguen en pie, bueno, estoy avisada y escarmentada, por muy buena que sea vuestra amistad nunca estaré segura de que no os pasaréis  a las filas del campo oscuro.

            “Antes perderá el cuerpo su sombra que la virtud su envidia”
                                                                  Leonardo Da Vinci

2 de enero de 2013

Cita


"En el amor, cada uno de nosotros es responsable de lo que siente, y no puede culpar al otro por eso. Nadie pierde a nadie porque nadie posee a nadie. Y esta es la verdadera experiencia de la libertad: tener lo más importante del mundo sin poseerlo."
                                Leído en "11 minutos" Paulo Coelho