Se equivocaba la leyenda. Todo este tiempo me he negado a creer que me aguardaba un lamento tan cruel. Separados Sol y Luna, girando al contrario, condenados a la más absoluta soledad. Se equivocaba. No era el Sol mi amor. Que este Rey vigile ahora las Mareas, yo he caído en el abismo de mi inevitable destino. Todo mi mundo cobra sentido, me abro paso entre tu oscuridad, único escenario de mi existencia. Me envuelves suave como notas de piano en una cama de estrellas. Retengo cada aliento de tu boca, cada hueco en tu sombra. Me susurras con tu voz melodiosa. Me abandono al delirio. Memorizo tus formas. La mitad del tiempo te tengo, la otra mitad te sueño. Desde el Crepúsculo hasta el Alba soñemos juntos. Inseparables. Amándonos con locura. Destinados a encontrarnos.

Tú la Noche, yo la Luna.

2 de agosto de 2013

FESTÍN DE CUERVOS

Temo que llegue la noche desde que abro los ojos con la primera luz. La pasada no ha sido del todo mala, conseguí mantenerme despierta hasta bien entrada la madrugada. A ver qué me aguarda ésta vez. Me meto en la cama y abro el libro por donde lo dejé. Tengo que ir a la página anterior porque lo último que leí lo hice dormida. Maravilla de libros, en un instante cruzo a otra dimensión. Esta vez a un mundo de espadas, reinos y dragones. Al fin respiro, aliviada. Al cabo de unas horas evitar el sueño se hace imposible, el libro cae sobre mi pecho y quedo de nuevo, vulnerable e indefensa, a tu merced...
       
***
Estoy tumbada bocabajo, con la cara encajada en el agujero de la camilla de masaje. Las mandíbulas apretadas. Las melodías de piano envuelven la habitación oscura, danzando con las esencias de rosa y jazmín del aceite que  recorre mi espalda. Pero este ritual es ya cualquier cosa menos relajante. Intento  escuchar cada nota, concentrarme en mi respiración. “Inhalar. Aguantar tres segundos visualizando la lesión y exhalar lentamente llevando el aire hacia la misma. Repetir hasta que disminuya el dolor”. El punto más doloroso no tarda más de tres repeticiones en desaparecer. Nueve segundos. Me ilusiono imaginando cómo sería aplicar esta técnica a otro tipo de dolor, (inhalar) concentrarse en un recuerdo, (aguantar) ahogarlo con respiraciones hasta que deje de doler (exhalar).
Sin darme cuenta pierdo el hilo de la respiración,  me abandonan las fuerzas y te apoderas de mí, proyectando las mismas visiones una y otra vez en las paredes de mi mente. 

Y  es entonces cuando aparecen, irrumpen revoloteando como cientos de cuervos chocando entre sí, espantados por mis quejidos. No puedo coger aire, mucho menos aguantarlo ni un segundo. No puedo abrir los ojos,  derraman  lágrimas que no producen desahogo y  me condenas a mirar esas escenas, nuevas imágenes, aunque de una historia más que repetida. No puedo sentir las manos cálidas sobre mi piel, sólo el roce de sus alas negras. No puedo oír la música, sólo su aleteo y sus graznidos ensordecedores. 
Parece que se alegran de verme por fin y me saludan a picotazos.

***

Despierto en medio del silencio y la oscuridad, helada y dolorida. Intento moverme pero el cuerpo entumecido no responde. Parpadeo, tengo las pestañas húmedas y  un profundo dolor de ojos.  Otra vez, otra noche más, te vuelves en mi contra. Tú, mi mente, mi conciencia, mi memoria, quien seas, eres la responsable de este tormento  y a la vez la única que puede salvarme de él, ¿por qué me sometes a esto cada noche?  Alargando el dolor… impidiendo el olvido. Aprovechando mis sueños, su sonrisa, mis puntos débiles, sus manías…


El tiempo está de mi parte en este mundo, esperaré tranquila tu bandada de recuerdos y les haré exhalar el último graznido hacia la muerte en menos de nueve segundos.